San Marcos: municipio casi desconocido para los que vivimos al poniente de la capital, pero historias tan similares en cualquier rincón de nuestro ‘querido’ país.
Un día como tantos, ‘Don Carlos’ comerciante repartidor de verduras en esa zona, llegaba como era ya costumbre todos los días a vender y proveer a los pequeños comerciantes de tiendas y ventas informales en las calles (véase también los términos: UMO, Alcaldía de San Salvador, Alcalde Norman Quijano, locos tira-piedras, etc.).
Ese día, un ser extraño se acercó, o deberíamos decir ‘un ser de lo más normal’ (en nuestros días) y con arma en mano le dijo que debía entregarle una cantidad de dinero para dejarlo repartir los días venideros en esa zona, a lo cual el señor se rehusó sacando un arma y mostrándosela al ‘ser normal’ aquel; le pidió que se alejara y a lo cual el ‘ser normal’ accedió sin discutir alejándose y mostrando dotes de corredor de cien metros planos sin vallas.
‘Don Carlos’ se había convertido en héroe aquel día.
Días después, la escena se repetiría: aquel ‘ser normal’ volvió a acercarse a ‘Don Carlos’ con un sólo propósito, ¡acabar con su vida!... con un cuchillo empuñado en su mano derecha, certeramente atinó en el abdomen del proveedor de verduras, de aquél municipio casi desconocido para los que vivimos al poniente de la capital.
Cobarde, volvió a mostrar dotes de corredor de cien metros planos sin vallas y se alejaba por el lánguido horizonte, esperanza de libertad.
‘Don Carlos’ aun vivía y fue trasladado al hospital, agonizando; mientras ‘otro’ disfrutando del acto valeroso de aquel día, acto encomendado por la vida.
El proveedor de verduras no llegaría más a aquél municipio casi desconocido para los que vivimos al poniente de la capital. ¡Murió!
Paradoja: ‘Don Carlos’ perdonó la vida de aquel ‘ser’ cuando en sus manos la tuvo, y ‘ese’ no la tuvo con el primero de la historia...
¿Qué hubieras hecho en el lugar de ‘Don Carlos’?