He enviado ya, más de siete millones
de invitaciones a todos mis conocidos,
en embarcaciones, furgones y aviones;
por aquí, por allá y a Estados Unidos.
Y estas rezan de la siguiente manera:
‘Amigos, cordialmente están invitados
a la gran fiesta de nuestra nueva era:
-El Bicentenario-, quedan ya avisados’.
Celebremos la gran independencia
de aquellos que robaron sin parar,
para qué hacer toda esa diligencia
si aquí, de a gratis te pueden robar.
Celebremos hoy la plausible pobreza
que viene desde hace quinientos años,
cantemos de felicidad por tal proeza,
démonos abrazos todos sin engaños.
Celebremos igual el hambre exquisita
que vivimos a la orden del día, ¡Viva!
porque la moneda si apenas nos visita
no suele quedarse, y hasta es esquiva.
Hay tanto que celebrar que admito
nunca haber estado tan emocionado,
porque la bienaventuranza no es mito;
en el país de abundancia se ha llorado.
¡Salud! Celebremos la inseguridad
en la calle, la casa, hasta en sueños;
por los que mandan en la ciudad
¡Vivan los reyes! ¡Vivan los dueños!
Prometamos con desempleo continuar
si hay mano de obra batata, ¡qué más!
levantemos las copas sin preocupar,
mañana, nuevo día, sin ver para atrás.
Brindemos sin olvidar esta canción
que reza como ‘oración a la que ondea’,
pero sin mentir, mucho menos traición;
es la realidad que el país bebe y mea.
¡Sí! Celebremos la gran independencia,
de hace cinco siglos del yugo español;
la bella libertad de hoy hace referencia
a la moda, las remesas, los -hiper ‘mol’-
y los billetes dicen ser de una tal Érica,
¡perdón! -te u-nited, es-tates, of américa-.
DANNTO
Danilo Castaneda