domingo, 24 de octubre de 2010

LA HORMIGA, LA CIGARRA Y LA INJUSTICIA SOCIAL

“La hormiga trabaja duro durante el verano y guarda provisiones para el invierno. Entretanto, la cigarra canta toda la temporada, pensando que la hormiga es una estúpida. Pero llega el crudo invierno y mientras la hormiga se refocila en el calor de su cueva y tiene todo para comer, la cigarra se congela y muere”. Así lo contó Esopo, el  padre de la fábula. 
Eran otros tiempos, según un francés. Al llegar el invierno, la cigarra convoca a una conferencia periodística para denunciar que mientras la hormiga la pasa bien, otros “menos afortunados” sufren de frío y de hambre. Las escenas de la pobre cigarra se pasan en directo por la televisión, contrastando sus penurias con las comodidades que tiene la hormiga. Los franceses, que tienen una gran sensibilidad social, se preguntan cómo es posible que en un país próspero se puedan dar tales injusticias. 
Ante la presión pública, el gobierno aumenta los impuestos a la hormiga, a la que acusan de prosperar a costa del trabajo (los cantos) de la cigarra. Además el gobierno decreta la igualdad social y condena la discriminación. Como el aumento al impuesto no había sido presupuestado por la hormiga, el gobierno confisca su casa para cubrir la deuda con el Fisco. A causa del acoso que sufre, la hormiga deja Francia y se marcha a vivir a Suiza. 
Entretanto, apenas entrado el invierno la cigarra ha consumido las provisiones que dejó la hormiga. La casa de la hormiga se transformó en un alojamiento social pero se deteriora con rapidez, ya que la cigarra no hace nada para mantenerla y cuidarla. Eso genera un nuevo problema, que obliga al gobierno a crear una comisión con un gran presupuesto para estudiarlo. Mientras, la cigarra muere de una sobredosis de droga y la casa es invadida por ranas extranjeras, “okupas”, que se dedican a traficar marihuana y tienen aterrorizado el vecindario. 
Las consecuencias de no enseñar moral ¿Qué pasó con la hormiga? Al estar en un país respetuoso de las reglas del juego, ella rehace su fortuna y vive feliz el resto de sus días.
El gobierno de su país, nos dice nuestro amigo francés, no logra entender la enseñanza de Esopo: si quieres estar bien, tienes que trabajar y ser responsable. Nadie prospera siendo irresponsable, haragán o dedicado a ocupaciones ilícitas, aunque esto último puede, en algunos casos, hacer muy ricos a los pandilleros. 
Como ejemplo: como ahora en México y en Colombia, la riqueza generada por el crimen se disputa a balazos; las autoridades estadounidenses están viendo con alarma cómo las guerras del hampa mexicana, primordialmente las relacionadas con la droga cruzaron la frontera, pese al muro y la vigilancia. Antes los niños leían las fábulas de Esopo por las grandes enseñanzas que dejan; la formación moral del estudiante se lograba con el ejemplo, con historias edificantes y aprendiendo los Diez Mandamientos en las clases de moral y cívica. Buena parte de la confusión que se sufre en la actualidad y los altos índices de delincuencia, son consecuencia de haber abandonado la enseñanza de la moral en las escuelas. Es de espantarse que la mayoría de los salvadoreños cree que no hay reglas para determinar si algo es bueno o malo.

Esta es ficción, no puede ser realidad, mucho menos en un país como el nuestro... ¿O si?




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