''Nada de admirar, nada de extrañar;
los niños de la calle vuelven a atacar:
'Andáte con cuidado', deseos encontrados por doquier,
'porque si andás despistado, seguro alguien te va a sorprender'.
... Y así fue, los niños de la calle se lo llevaron,
y de su libertad lo privaron;
pero con una idea, con una intención:
pedir por su rescate, por su salvación.
... Casi 20 mil golondrinas anunciaron su regreso,
todos supusimos volvería ileso,
y las golondrinas se marcharon,
se quedaron con los niños que el hecho consumaron.
... Y ya no volvió, en este camino ha quedado atrás,
y una versión hay nada más:
¡Otro acto de impunidad!
Ahora vivir amenazado es nuestra libertad.
... Y los niños que perpetraron este hecho desalentador,
felices juegan y gozan en la calle;
desaparecidos entre el hedor, más no al perdedor:
una familia que llora y clama a un héroe vencedor.
... Me tomo el tiempo para esperar y no llega el justiciero;
mientras la sociedad arrulle a los niños de la calle,
tocará hacer algo que no quiero:
mi propia justicia, esperando que no falle''.
F. El pueblo, el ofendido... el olvidado
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